
Para subrayar la idea del retorno recurrieron a Brendan O'Brien, productor desde Vs. (1993) hasta Yield (1998), y lograron un trabajo conciso. La guitarra de McCready pasa bien al frente en los temas más rockeros y setentosos ("Gonna See My Friend", "Got Some", el corte "The Fixer" y "Supersonic"), pero en el disco también hay elementos del pop ("Speed of Sound") y del folk ("Just Breathe", una balada acústica con arreglos de violín, viola y chelo que bien podría haber sido parte de Into the Wild). La desgarradora voz de Vedder navega por completo su registro a lo largo de cada una de las canciones.
En las letras, un poco de optimismo desplazó la oscuridad y la denuncia política; sin embargo, las reflexiones sobre la muerte aún están ahí: ya no como en "Immortality" sino asumiendo su inevitabilidad. Así, la final (y literal) "The End" lo deja en claro ("estoy acá, pero no por mucho más") y da cuenta de que, a pesar de los intentos por volver atrás, todo se dirige hacia una misma y única dirección.
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