lunes, 30 de noviembre de 2009

The Killers: regreso y redención

Quizás esta sí sea una segunda oportunidad. Después de su presentación en el Festival Yeah, en noviembre de 2007 junto a Travis y Starsailor, los Killers volvieron no para redimirse sino para profundizar eso que antes tuvieron con unos miles de argentinos y ahora tienen con unos pocos de miles más. Porque pasaron cosas en el medio: dos años, dos discos (un compilado de lados B y uno de estudio), el reconocimiento por ser responsables de un temazo en colaboración con nada menos que Lou Reed, un par de hits radiales, otro par de hits publicitarios...Y la cosa sorprende cuando uno se percata de que sólo pasaron cinco años desde el lanzamiento de Hot Fuss. Y fueron cinco años en los que Brandon Flowers creció. Creció como compositor, como performer; creció aunque sigue siendo el mismo: aquel carismático que por momentos peca de soberbio (nuevamente no se dejó fotografiar por la prensa), ese coqueto que cae en la obsesión por la perfección. Así, en un escenario casi pelado pero respaldado por una pantalla gigante (tan sólo decorado con unas palmeras y una k luminosa detrás de la que se escondía su teclado), enfrentó al público de GEBA, con conciencia de lo que es capaz de provocar. Admiración por su talento, delirio por su personalidad de Mr. Brightside. Es que Brandon Flowers es The Killers; The Killers es Brandon Flowers. El resto del cuarteto se distingue por llevar una suerte de virtuosismo lowprofile: ni Dave Keuning, a pesar de su capacidad, logra sobreponerse con sus solos.

Con "Human", el inicio dejó caer la pregunta que atravesaría todo el recital: "¿Are we human or are we dancers?" Oscilante, el repertorio rebotó contra dos muros: el de la densidad melancólica (ese legado del post punk británico del que tanto mamaron) y el de la liviandad bailable (retomando sus influencias new wave-synth pop). Entonces no faltaron "Somebody Told Me" ni "Bones" ni "Joy Ride" pero fueron contrarrestadas por una versión downtempo de "Smile Like You Mean It" (violín incluido), una versión sólo piano de "Human" -sí, la tocaron dos veces- y dos covers: "Shadowplay" de Joy Division y "Can´t Help Falling in Love" de Elvis. El histrionismo de Flowers, esa expresividad que a veces se torna robótica, como común denominador entre ambos polos y como mecanismo de comunión con el otro lado del escenario cuya respuesta a aquella pregunta inaugural se manifestó con hechos: dancers, sin dudas.

La triada final "All The Things That I´ve Done" -con lluvia de papelitos en el quiebre, el pegadizo "I got soul, but I´m not a soldier"-, "Jenny Was a Friend Of Mine" y "When You Were Young", terminó de demostrar (también con hechos) porqué Flowers es un gran vocalista y, sobre todo, porqué es un gran frontman. El efecto de esa extraña virtud con la que sólo unos pocos son bendecidos fue la sensación que dejó esta segunda chance. Nada que decir, nada más por hacer. Buenas noches y buen viaje.

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