martes, 12 de enero de 2010

Catupecu Machu: whiskey rock en Punta del Este


El sol del amanecer se asoma en la terraza del Bar Jack Daniel's de Punta del Este y Fernando Ruiz Díaz recuerda, enfervorizado y feliz, conciertos de los años 80: de los Ratones, de Sumo, de los Redondos. Y en plan "ronda de amigos" recuerda, también, aquella vez que todos los Redondos cayeron a ver un show de Catupecu Machu, apenas después de la salida de su primer disco. El relato se hilvana con anécdotas de la grabación y mezcla del flamante Simetría de Moebius, y por la identificación total con el sponsor de la velada. "A nosotros nos gusta el whisky, y muchas veces nos agasajan con botellas más caras y más exclusivas, pero para nosotros, el ritual del Jack Daniel's en el camarín, es irremplazable. Todo bien con todos los whiskys, pero en el camarín queremos ver a nuestro amigo Jack", explica una y otra vez Fernando, entre trago y trago a su farol del emblemático whiskey.

Tres horas antes, Catupecu abría su show con "Confusión", primer corte de Simetría..., demostración empírica del poderío del nuevo hit. Frente a unos 200 privilegiados (única denominación posible para aquellos que pudieron -pudimos- ver a un grupo de estadios en un marco de intensa intimidad), Catupecu recorrió algunos de los temas más emblemáticos de su repertorio ("Y lo que quiero es que pises sin el suelo"; "Perfectos cromosomas"; "Magia veneno"; "Plan B: Anhelo de satisfacción", de Massacre pero adoptada ya como propia). En un show con lista de temas improvisada, el Zorrito Von Quintiero se calzó el bajo para zapar versiones de "Hablando a tu corazón" (García / Aznar), "Rock del pedazo" (Ratones Paranoicos) y "Honky Tonk Women" (Rolling Stones).

Con su elegancia característica, y su potencia magnificada por el marco de intimidad, Catupecu desplegó su dinámico arsenal (post) punk futurista, con referencias a los 80 y el embrujo del riesgo vanguardista. Fernando, frontman amable, saludó a sus amigos desde el escenario (desde su admirado Julio Bocca, fanático del grupo, hasta el Gavilán, dueño de Peteco's y otros reconocidos boliches del sur del Gran Buenos Aires, que le regaló una guitarra con el logo del whiskey preferido). Fernando le dedicó el recital a Sandro y recalcó la presencia cósmica de su hermano Gaby sobre el escenario, "desde Buenos Aires y todo el universo". Y al final, con "Dale", elevó el pogo de minifaldas siliconadas y rockeros (bonitos y educaditos, es lo que hay por acá), reivindicando al rock no sólo como género sino como una energía trascendental a diversas situaciones. Y brindó por enésima vez con Jack Daniel's, y cantó "Y lo que quiero.", y el embrujo, una vez más, surtió efecto. Desde el aire, suspendidos por la música, divisamos, ahí abajo, a Punta del Este.

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