martes, 12 de enero de 2010

El rock como un gran dirigible

Podemos ir y volver a revisar la idea de ese ítem tan caro a los afectos de la industria discográfica. los supergrupos. ¿Son un rejunte o la suma de las partes? ¿Es la conjunción que más decepciones ha generado en la historia del rock? ¿Es la versión rockera del malvado Senado Galáctico de Star Wars? ¿Vienen por tu dinero?

Los resultados pueden variar, claro. Las enumeración de los casos puntuales sólo tendría como efecto hacerte perder horas de lectura y no es el caso. Pero lo que terminaron armando en sus ratos libres Josh Homme (guitarra y voz de Queens of the Stone Age), John Paul Jones (bajista y arreglador de Led Zeppelin) y Dave Grohl (baterista de Nirvana) trasciende el género y desanda los prejuicios en nombre de un amalgama notable.

Entremezclados, el nivel de precisión adquirido es bombástico. Incluso cualquier reclamo de originalidad puede suponer un atrevimiento (aunque no debería serlo) ante la contundencia con que se mecen en 13 temas que bien podrían haber conformado un sucesor del disco Presence (Zeppelin '76), en su obstinación por el lado más pesado del Zeppelin.

La fijación con ese momento en que el blues rock se convierte en ese dirigible de plomo que inventó el metal llega a momentos de revisionismo donde, por ejemplo, la pieza titulada Scumbag Blues lo tiene a Homme vocalizando exactamente igual a Jack Bruce en los tiempos de ese power trío llamado Cream. Y cuando se salen de recreo del corset, logran una hipnótica raga-rockera como Interlude With Ludes, donde logran pasar algo parecido al tema Friends (Zeppelin '70) por el tipo de producción ensoñada que hace de Dream # 9 uno de los mejores temas del John Lennon solista.

Así las cosas, Them Crooked Vultures es un disco de miembros de la realeza rockera, sudando como esclavos de un único Dios y construyendo una pirámide que, por remanida, no deja de asombrar.

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